Desde el uno de noviembre, las organizaciones que continúan en ERTE deben ofrecer acciones formativas para beneficiarse de las mayores rebajas en las cotizaciones a la Seguridad Social.
El 24 de abril de 2020, en pleno confinamiento, el número de trabajadores afectados por un ERTE alcanzó su punto máximo: 3.617.205. Año y medio después, apenas superan los 190.000, y aunque las empresas afectadas continúan beneficiándose de exenciones en las cuotas de la Seguridad Social, estas dependen, desde el uno de noviembre, de la implantación de planes formativos para sus trabajadores, la mayoría de los cuales se concentra en actividades relacionadas con el ocio, la restauración y el comercio minorista en zonas de mayor actividad turística. Así, las organizaciones que ofrezcan formación a sus empleados podrán disfrutar de una bonificación del 80 % que, de otra manera, se quedaría en un 40 o un 50 % (dependiendo de si tienen más o menos de 10 trabajadores).
Según datos proporcionados por el Ministerio de Trabajo y Economía Social, han participado en acciones formativas alrededor de un millón de trabajadores, principalmente de empresas de entre 10 y 49 empleados; y el coste de esta formación (financiada a cargo de una aportación extraordinaria del SEPE) podría elevarse hasta los 50 millones de euros. Por sectores, el comercio y la hostelería son los que más participantes han aportado.
Ahora bien, ¿a qué tipo de formación tienen acceso los trabajadores? Aunque la normativa que regula la extensión de los ERTE no obliga a que la formación que reciben esté forzosamente relacionada con la actividad de la empresa o del trabajador, sí establece que se priorizará aquella que atienda a las necesidades de la empresa y de los trabajadores.
fuente: elpais.com